El “ozono
superficial” se forma por la acción de la luz solar
sobre los productos liberados en la quema de
combustibles fósiles o por la acción de descargas
eléctricas sobre el oxígeno.
En el interior de
casas y centros laborales las principales fuentes
liberadoras de ozono son las fotocopiadoras e
impresoras láser, algunos tipos de bombillos,
ciertos purificadores, ionizadores y pequeños
electrodomésticos, así como los aparatos con luz
ultravioleta o de alto voltaje.
En 1972, la Food
and Drug Administration norteamericana estableció en
0,05 partes por millón (ppm) el nivel máximo de
exposición al ozono en viviendas, hospitales y
oficinas, y en solo 0,01 ppm en los centros de
trabajo con riesgo potencial.